En frente la felicidad ausentada, encima la soledad merecida, lejos la libertad soñada. Nadie me dijo que era difícil esta vida. Y me cubro mi rostro y no enfrento la agonía. Me consumo con la tempestad, destrozo la codicia. Y quién me dijo que perdí la valentía y quién dijo que no vale llorar y quién dijo que mi vida tendría que acabar. Mi vida revolotea se renueva, se quiebra, se sostiene, se alimenta y siempre vuelve para remover la tierra.
A lo largo de mis treinta ocho años de existencia llego a la conclusión que disfrutamos la vida de una manera muy distinta a años anteriores. Nos volvemos más sensibles de todo lo que nos rodea y empezamos a percibir con más detalles las pequeñas cosas que nos rodean, es como si nuestra mente se abriera paso en la obscuridad en la que muchas veces y de manera indistinta vivimos el día a día. Alguien dijo que la vida es una lucha continua, yo estoy en desacuerdo. Nos encontramos muy distraidos de la vida y a veces la juzgamos de manera muy imparcial. El éxito para ser feliz radica en hacer lo que a uno realmente le gusta hacer, aquel que lo logra esta infinitamente condenado a ser feliz y estará bendecido para alcanzar el éxito, el cual llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la misma que me motiva a compartir con ustedes este sitio, el cual refleja en gran medida un poco de lo que disfruto y hago con mucho gusto. Otoño del 2006. Ruben Leo
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